Telly Paretta perdió a su hijo de nueve años hace catorce meses. Desde entonces cuenta con ayuda psicológica para tratar de superarlo, pero ella se aferra insistentemente a los recuerdos de su hijo.
Claro está eso es algo frustrante en la vida real pero que muy pocas veces se da.
Un día, su memoria empieza a dar muestras de fallos, de recordar de un modo equivocado. Parece un brote psicótico que degenerará rápidamente. En apenas unos días, Telly se encuentra con que es la única persona que parece recordar a su hijo. Ni siquiera su marido parece hacerlo, ni tampoco el resto de padres que perdieron a niños en el accidente recuerdan tal accidente o haber tenido hijos.
¿Está volviéndose loca o existe una explicación para todo ello?
Esta primera hora de película nos traslada paulatinamente del drama a la paranoia, convirtiendo la realidad en algo amenazante en lo que no se puede confiar. Recuerda gratamente a los argumentos de Philip K. Dick e incluso a las primeras etapas de The X-Files . El protagonista parece vivir en una realidad diferente al del resto del mundo y durante bastante tiempo el espectador no puede estar seguro de cuál de las dos versiones es la correcta.
Luego aparece la Agencia de Inteligencia del Gobierno y queda claro que algo sucede, aunque no se sabe muy bien el qué. Este acontecimiento elimina gran parte del juego que hubiera podido dar el no saber si Telly tiene razón o se está inventando todo, pero al menos contribuye a aumentar al paranoia de la protagonista.
Recomendadísma.
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