Decenas de objetos, productos, y hasta colores -como el azul y el rojo-, que actualmente nos resultan comunes han llegado a costar más que su peso en oro, dada la dificultad para su obtención o elaboración.
Tulipanes
Especias
Sal. Debido a la dificultad que implicaba su extracción y transporte, la sal se utilizó en la Antigüedad como moneda de cambio (principalmente para comprar esclavos), fue considerada tan valiosa como el oro o los libros y marcó la diferencia en varias guerras.
Aluminio. A pesar de ser muy abundante, la dificultad para separarlo de las sustancias con que se le encuentra en su estado natural provocó que costara más que el oro en el siglo XIX. Como muestra, en 1850 un lingote costaba el equivalente a 15 mil dólares contra 7 en 1900
Té. Originario de China, se introdujo a Europa durante el siglo XVII. En Inglaterra alcanzó su máximo valor, llegando a costar el equivalente a nueve meses de salario, y sirvió como protagonista del Motín del Té de Boston, antecedente de la Independencia de Estados Unidos.
Hielo. Antes de que el proceso de refrigeración fuera perfeccionado, el hielo debía extraerse y transportarse desde lugares lejanos, lo cual elevaba extremadamente su precio.
El color azul. Durante la Edad Media y el Renacimiento, el pigmento “ultramarino” se obtenía ni más ni menos que del lapislázuli. En esa época se usó como colorante para lo ropa de la nobleza, así como en varias obras de arte, como La joven con el arete de perla.
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