Siempre le he temido a eso, a esa gente que aparece como
deja vu cuando vas caminando, o en un bus, y que te miran, como sabiendo que
los conoces. Me ha pasado muy seguido este último tiempo, al parecer el exceso
de nootrópicos me esta afectando un poco.
Les cuento, hace algunos años, se desarrollo la llamada
“tercera guerra mundial” , o “guerra de palos y piedras”, como la llamaba
Einstein. Lamentablemente, estuvo muy equivocado al llamarla así, porque
aquella guerra, fue un Apocalipsis de armas químicas, prácticamente no hubieron
enfrentamientos en las calles, o en ningún lado, se liberaron muchas
enfermedades mortales de rápido efecto, las cuales causaron una masiva muerte
de niños y ancianos primeramente, y luego todo eran vulnerables a todo tipo de
plaga, un resfriado podría matarte, era como si todo el mundo tuviera VIH,
todos éramos seres débiles y la gente se suicidaba antes de morir, sólo era
cuestión de tiempo, así que era decisión de cada uno.
La población mundial disminuyó a 1.500 millones de habitantes,
la mayoría en Europa occidental, y el resto en América del norte. América del
Sur, África, Asia, y Oceanía, quedaron con tan poca gente, que se decidió
juntarlos en Europa a ese resto de la población.
En un ambiente post-apocalíptico se empezaron a formar
sectas y grupos anárquicos que son como la “lacra de la sociedad”, aunque
realmente, ya nisiquiera exista una sociedad.
Ya no existen presidentes, Reyes, ni nada comparable a una
figura de autoridad, los únicos que “mandan” en este sub-mundo, son aquellas
empresas que vender armas y drogas, quién mejor precio y mejor calidad muestre,
se lleva la soberanía de la población.
Decadencia, sería mucho pedir para este mundo putrefacto en
el que me encuentro presente, las drogas ya no son adicciones, son para
mantenerte conciente, cuerdo, con vitalidad (increíblemente), porque todo
esto?.
Luego que terminó la guerra, en el año 2015, ya no habían
industrias, ni empresas, sólo saqueos, delincuencia y muerte en todos lados.
Los que alcanzaron a sobrevivir, se reunieron en Bunkers y en edificios
asegurados (los que no fueron destruidos), y trataban de vivir en una cierta
paz.
En el aire, ya no había oxígeno, eran sólo gases tóxicos y
cosas que podían matarte de un día para otro, por lo que explotó la venta de
máscaras de gas, las que antes se prestaban para arte macabro y películas de
terror, ahora eran una necesidad.
Dentro de estos gases tóxicos, había uno especial, el Tri
Carbono (Trióxido de Carbono), una mutación del típico CO2, pero que en un
principio, actuaba como simple marihuana, dejándote un tanto aturdido e incluso
con un sentimiento de felicidad, y a medida que seguías inhalando el efecto
avanzaba, te sentías cada vez mas inútil, tu capacidades motoras disminuían en
un 50 a
60% y prácticamente quedabas inválido, y cuando no causaba ese efecto, se
dirigía precisamente al cerebro, matando neuronas a velocidades inimaginables,
por lo que empezabas a perder la concentración, perder el habla, no podías
razonar y finalmente, por cualquier tipo de accidente estúpido, morías, de un
momento a otro. Por lo que estas simples máscaras de gas, te salvaban cada
segundo, de convertirte en una basura, y quedar tirado en la calle junto a los
miles de cadáveres que cada día formaban parte de la imagen sombría de lo que
hace unos años, la gente llamaba, “futuro”
Increíblemente, eso no era lo peor, la misma empresa que
vendía las droga y las máscaras de gas, nos implantó un microchip, que estaba
dentro de las mismas drogas. Este microchip, era como tu carnet de identidad en
los viejos tiempos, ya no tenías RUT, solo un número que te identificaba, y ese
número estaba en el sistema donde aparecía tu edad, tu situación de vida, tus
bienes, e información de tus crímenes y asesinatos, porque era permitido matar
sin razón, sí, a eso hemos llegado.
Entonces, los “peces grandes”, sabían todo de ti, y si les
causabas algún problema, te mandaban a matar, así de simple, ellos podían
robarte, quitarte todo lo que tenías, matarte, y si tenías suerte reclutarte
para trabajar con ellos, donde te enseñaban a ser un monstruo con los demás
sobrevivientes, era todo muy fácil, vive, y deja morir.
Yo, vivo con un amigo, y con dos niños que encontramos un
día tirados en una esquina, con sobredosis, a punto de morir, pero pudimos
salvarlos, con un poco de comida que robamos y un poco de agua que teníamos en
jeringa.
Había un lado de la ciudad donde se estaban reestableciendo
servicios de transporte y compra venta, de cualquier cosa, había gente que
tenía víveres, comida, agua, y otra que tenía droga, por lo tanto, se había
vuelto al trueque.
Como me referí en un principio, últimamente me habían
ocurrido mucho deja vu, quizá era culpa de los nootrópicos que conseguíamos a
diario, para tratar de mantener la cordura, probablemente tengan efectos
secundarios, que irónicamente me llevaban a la locura.
Los gases tóxicos que inhalamos en ciertos momentos,
producían por lo bajo, perdida de memoria, intermitente o permanente, por lo
que ya las relaciones afectivas no existían prácticamente, tenías que pasar
muchas horas al día con alguien, para que recién te importara que aquel
individuo no muriera.
Alguna vez tuve familia, madre, hermanas, y pareja, pero no
recuerdo casi nada. Quizá fui feliz, pero no se usa esa palabra, en este nuevo
mundo, la felicidad mas grande a la que puedes optar, es vivir un día mas.
Las sectas que existían, aún siendo sectas, eran más sanas
que las religiones que habían pre-Apocalipsis. Estas sectas se dedicaban a
“ayudar” a la gente a creer en algo, a no suicidarse, a no tener ganas de morir
cada día, y les había funcionado bien, porque la tasa de defunción había
disminuido notablemente.
Pero también habían sectas malas, donde sus feligreses
tenían como creencia que esto, por lo que estábamos pasando, era nuestro
destino, y deberíamos morir, con el aire, como fuera, pero no podíamos detener
el destino. De eso se encaraban los llamados “Cazadores”, que daban vueltas en
moto por la ciudad, quitándote las máscaras de gas y robando los suministros,
ya me había topado muchas veces con aquellos personajes, y tenía bastantes
cicatrices por enfrentamientos con ellos, en estos tiempos, era necesario tener
armas y saber pelear.
Algo. Había algo peor dentro de todo esto.
Experimentos, aquellos que antiguamente se usaban para
historias de terror, ahora son absolutamente reales. Humanos en los cuales
probaban las drogas antes de empezar a venderlas (cada día se crean nuevas
drogas, aleaciones dentro de las que ya existen), a veces sin ningún efecto,
pero la mayoría del tiempo, con muerte, o mutaciones.
Todos les temían a los “Carroñeros”, así se les llamaba a
los mutantes más peligrosos que rondaban en cualquier parte de la ciudad. Eran
hombres descomunalmente grandes y musculosos, (2,40 metros en promedio
y 200 o 250 kg ),
con una fuerza impresionante y sentidos increíbles, te podían oler a 100 o 200 metros , oírte
respirar a cuadras de distancia, y verte en la mas oscura de las noches, eran
monstruos.
Todos les temían a estos monstruos, nadie sabía en que
momento salían ni donde se escondían, podían escapar en cualquier momento, o
nunca más.
Los últimos meses había estado bastante tranquilo el
ambiente, pocas muertes, pocos ataques y bastantes suministros. La ciudad se
movía más, paradójicamente estábamos volviendo al pasado, cuando las cosas estaban
mejor.
Pero no duraría mucho. La empresa que vendía las drogas y
las máscaras de gas Posteternal, había sido saqueada y los mandamases estaban
furiosos en busca del culpable, por lo que comenzaron a destruir casas y a
matar gente para encontrar su mercancía, porque cada moneda de las pocas que
habían en el mundo, les pertenecía.
Bombas, explosiones por todos lados, sabíamos que podía
desencadenar algo muchos mas grande… el despertar de los carroñeros.
Esa noche, estábamos compartiendo un poco de agua (bien muy
escaso y caro por lo demás) en el departamento destruido y deshabitado en el
que vivíamos. Los niños dormían y mi amigo y yo, nos drogaríamos después de
conversar un rato, pero comenzamos a escuchar gritos, y destrozos, ruidos muy
fuertes que se acercaban. Los niños despertaron y comenzaron a llorar, les
tapamos la boca, y ellos entendieron, porque ya sabíamos que se venía, los
carroñeros se acercaban, y no había nada que pudiéramos hacer.
Nos mantuvimos en silencio, cuando sentimos grandes pasos,
correr por las escaleras, sudábamos demasiado, el miedo ya se había apoderado
de nuestro cuerpos, uno de los niños se desmayó y nosotros corrimos por la
escalera contraria a la que las criaturas venían.
Corrimos muy rápido, cada uno con un niño en brazo, los
carroñeros ya se habían enterado de que estábamos, así que no tratábamos de
evitar gritos y ruidos, estábamos acabados.
Mi amigo con uno de los niños siguió corriendo, era un poco
más hábil que yo, por lo que escapó más fácilmente, pero yo, un poco torpe y
con un niño desmayado en brazos, era poco lo que podía hacer.
Traté de seguir corriendo, pero caí, cerré los ojos de
dolor, y cuando los abrí, una de las criaturas tenía su cara al frente de la
mía y me olía con rabia. Respiré profundo y se acabó.
Siempre le he temido a eso, a morir en un mundo destruido
por nosotros mismos, por lo menos no sentí dolor.
Excelente, hiciste una increíble proyección de un futuro que es seguramente posible, en lo que va a acabar la humanidad si sigue por el rumbo en el que va encaminada, más que fantasía o la creación de una mente creativa, este cuento es una probable realidad.
ResponderEliminarmuchas gracia por la critica estimada, me alegro que te haya gustado y que hayas llegado al trasfondo, a lo que quise decir.
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