En una escena cinematográfica cada vez más invadida por secuelas y franquicias, cualquier película moderadamente exitosa es buena candidata para tener una continuación. Por su parte, las películas de terror –por lo general con sus bajos costos de producción y adhesión de la audiencia garantizada, independiente de su calidad- han demostrado ser un género muy rentable y confiable. Es así como no se necesita mucha justificación para entender cómo es que la cinta de horror de 2010 “El Último Exorcismo” consigue una secuela en la ineptamente titulada “El Último Exorcismo 2”, entendiéndose que son exclusivamente fines comerciales los que se buscan con la existencia de esta, en lugar de cualquier pretensión artística o la necesidad de continuar la historia original.
La película comienza justo donde terminó la anterior, tras los fallidos intentos de un sacerdote y su equipo de filmación de exorcizar a una joven religiosa que vive en una granja y que cree estar poseída por un demonio. La chica en cuestión, Nell (Ashley Bell, adoptando el rol protagónico esta vez), busca empezar de cero en un lugar nuevo. Es así como llega a Nueva Orleans a hospedarse en un retiro para jóvenes con problemas y comienza un trabajo en un motel, tratando de vivir una vida normal mientras sospecha que el demonio que llevaba dentro no la ha dejado por completo.
Uno de los atractivos de la “Parte 1” era lo que lograba con el formato que utilizaba, el de metraje encontrado, y cómo adaptaba este estilo casi documental a una historia de exorcismo. Por razones narrativas, se vuelve ilógico continuar con este formato en la secuela, por lo que queda de lado para abordar la historia de forma tradicional, utilizando planos y un estilo de montaje convencionales. Esto hace que la película termine dependiendo más de la narrativa y la habilidad para crear suspenso de los realizadores para funcionar, lo que termina siendo un craso error dado lo mediocre que resultan ser estos intentos. La trama, que busca crear suspenso durante la primera hora de la película, avanza lento en un primer acto demasiado prolongado y con secuencias repetitivas que no aportan ni profundizan en la historia. Esto es interrumpido de vez en cuando por débiles intentos aleatorios de provocar miedo a raíz de nada (¡Un perro ladra! ¡Suena el teléfono!), acompañando torpemente estos sustos falsos con una musicalización obvia, chirridos, y golpes de sonido predecibles y movimientos de cámara súbitos que, más que asustar, advierten a una confundida audiencia de cuándo vendrá el siguiente “salto”.
Ashley Bell, cuya actuación fue uno de los puntos fuertes de la primera película, no sale bien parada de esta segunda instalación, principalmente gracias a un guión que no le pide mucho más que abrir mucho los ojos y reaccionar con sorpresa y miedo a lo que le rodea. Para frustración del público, la historia continúa avanzando de forma absurda, navegando por un mar de clichés del género, situaciones trilladas, personajes arquetípicos y diálogos que dan vergüenza ajena, siguiendo a una protagonista inactiva que no tiene motivación ni genera desarrollo en su propia historia. Esto cambia cuando, súbita y convenientemente, aparece un personaje que sirve como dispositivo para poner toda la confusión en contexto, acelerar la trama y encauzarla hacia un clímax en que la película muta de tono y se aleja de lo parsimonioso, volviéndose grandilocuente y exagerado; los sustos ahora causando risa en vez de la indiferencia inicial.
Da la sensación de que por un momento la película se vuelve consciente de su pobreza y que el absurdo rumbo que adquiere al final es intencional, pero la cinta se ha tomado demasiado en serio hasta ese punto como para que este argumento adquiera peso. Si es que eso era lo que pretendía, la cinta falla en eso también: es un fracaso rotundo. Falla como película de terror, como drama que explora la interioridad de un personaje perturbado y como sátira exagerada del género. “El Último Exorcismo 2” termina siendo –incluida la contradicción en su título- una cinta ridícula, vergonzosamente mal ejecutada e involuntariamente divertida. Un desastre en lo que sea que pretendió lograr. Una excusa descarada para sacarle todo el dinero posible a una franquicia que nunca debió haber continuado en primer lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario