jueves, 15 de agosto de 2013

Tejas Verdes: el primer libro-denuncia de la dictadura de Pinochet

A cuarenta años del Golpe Militar, es bueno recordar algunos hitos en la historia cultural de ese hecho y sus consecuencias.
Tejas Verdes, diario de un campo de concentración en Chile, de Hernán Valdés, es un libro de denuncia publicado en España en 1974 por la editorial Ariel. El libro pudo imprimirse en España, en las postrimerías de la Dictadura de Franco, gracias a una disputa que había en ese momento con el país europeo.
En el libro Valdés reconstruye –es un diario reconstruido, ya que no pudo escribir estando privado de libertad- su detención (entre el 12 de febrero y el 15 de marzo de 1974) y paso por el tristemente célebre Campo de Concentración de Tejas Verdes, el Campamento Nº 2 de Prisioneros de la Escuela de Ingenieros Militares “Tejas Verdes”, donde Cristián Labbé, el ex-alcalde de Providencia fuera uno de sus “profesores” (http://www.memoriaviva.com).
El texto tiene la virtud y el valor de poner el acento en la vivencia –la sorpresa, la tortura, el dolor, la perplejidad, la precariedad y el “oficio” de los uniformados- y en la urgencia de la denuncia, la falta de perspectiva histórica, la ingenuidad y casi candor de los análisis de lo que estaba pasando. Y ese tono, ese análisis, esa perspectiva y profundidad son un elemento a considerar para entender en qué estaban los distintos “bandos” en disputa, para unos, o en guerra, para otros.
El desconcierto -no saber dónde estaba-, tratar de conocer a otros detenidos, la precariedad de las instalaciones, las prácticas y la brutalidad de la tortura contadas en primera persona, en forma directa, sin un soporte o estructura intelectual preconcebidos hacen no sólo creíble el texto, son un testimonio valioso sobre el cambio radical en la historia del país y de la poca preparación y conciencia que había de éste.
Por Tejas Verdes pasaron varios cientos de detenidos, hombres y mujeres, y en el libro queda claro que, a pesar de la precariedad, ya había torturadores formados, que sabían su “oficio”.
La aparición de Tejas Verdes supuso un cambio en la literatura chilena: la del interior y la del exilio.
Y si el libro fue de denuncia urgente sobre lo que estaba pasando en Chile –ese país de “larga” tradición republicana y democrática- que, a partir de la experiencia individual, abordaba una situación colectiva, ya en la segunda edición, aparecida en 1978 planteaba:
Ahora, pasados más de cuatro años de la publicación original y tras ese contacto con tan diversos lectores, mi concepción del libro no puede ser la misma, por la simple razón de que el libro ya no es aquel que escribí entonces; es algo más, hay un aporte del receptor incorporado en él. Por otra parte, ni el autor ni las circunstancias descritas hemos permanecido estáticos. Este libro no pretende seguir presentándose hoy como una denuncia inmediata de los hechos relatados; pero sí pretende seguir siendo un instrumento de denuncia permanente de aquella obscena brutalidad —resumida ya con el nombre de dictadura, ya de fascismo, según los gustos del oprimido— que la derecha en peligro se siente obligada a practicar de tiempo en tiempo, aquí o allá, para detener la historia.
El texto se imprimió por primera vez en Chile sólo 22 años después, editado por LOM.
Valdés publicó, en 1981, A partir del fin, novela crítica a la izquierda y a las contradicciones en el discurso de ésta y de Salvador Allende. Eso en un mundo dividido en dos bloques –Estados Unidos de Norteamérica y la Unión Soviética- y con una Dictadura chilena que pasaba por un buen momento económico –todavía no llegaba la dura crisis de 1982- y cultural –dando “espacio” a artistas vanguardistas-, ya el régimen había asesinado a Prats en Buenos Aires y a Orlando Letelier en Washington, y su vocación represora y asesina continuaba. En ese contexto, grandes sectores de izquierda desconocieron a Valdés, lo que restó interés en su figura y su obra tan valorada hasta ese momento por Tejas Verdes en el aspecto más político, por su rol en la lucha contra la dictadura.
Ya en Democracia, el texto es o debiera ser parte de la Memoria Colectiva, de la Cultura de nuestro país y de quienes creen en los Derechos Humanos, en la dignidad humana.





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