La adicción al celular, conocida como nomofobia, se encuentra al mismo nivel que la dependencia sin control al sexo, al juego o a comprar. El problema no es la actividad en sí misma, pues esta puede ser positiva. Las consecuencias vienen cuando hay una relación excesiva y descontrolada con el aparato. Puede sufrirse de trastornos como depresión y ansiedad.
En España, tres de cada cuatro personas que solicitan tratamiento por la adicción al celular tienen menos de treinta años. Así mismo, el 52 por ciento de los jóvenes reconoce que usan el teléfono de manera excesiva y el 6 por ciento tiene una relación tan intensa con el aparato que puede considerarse una patología.
KienyKe.com consultó a dos expertos para entender más el tema. Javier Garcés Prieto, profesor e investigador del comportamiento de los consumidores, explica detalles de esta nueva adicción; mientras que Diego Castrillón, PHD y psicólogo clínico, considera que no hay obsesión, solo la necesidad natural de comunicarse con otros.
Es una adicción sin droga
Nomofobia ser deriva de no-móvil-fobía. El español Javier Garcés Prieto explica que la expresión nomofobia es, desde el punto de vista de la ciencia psicológica, desafortunada, porque no se trata de una fobia pues no hay una reacción negativa.
Las personas adictas sienten ansiedad cuando en reuniones o en el cine no pueden tener el teléfono encendido o usarlo de inmediato. “Esta ansiedad no les desaparece hasta que no pueden volver a encenderlo y consultarlo. Comienzan a utilizar el celular compulsivamente, incluso en situaciones sociales en que no es adecuado el hacerlo”, precisa.
Agrega que hay que tener en cuenta que estas personas realmente no tienen una necesidad objetiva de usar el celular. “No esperan ni tienen que hacer ningún tipo de llamada. Tampoco recibir un mensaje importante. Pero tienen la sensación subjetiva que ‘necesitan’ tenerlo siempre a su lado y estar constantemente atentos a cualquier mensaje o llamada”.
El tratamiento de la adicción al celular es individual y depende de la intensidad de la adicción. En esencia, se utiliza una técnica cognitiva-conductual. En un primer momento se establece como obligatorio tener largos periodos libres de teléfono y se enseña a vencer la ansiedad que provoca. En un segunda etapa, se reaprende a utilizar el celular de una forma adecuada y responsable.
No es adicción, es la necesidad de comunicarse
Diego Castrillón, PHD psicólogo clínico, considera que no existe la adicción al celular. Argumenta que la costumbre de estar en contacto con el teléfono es una respuesta humana a la falta de comunicación o a una comunicación deficiente. Además, hace énfasis en que los humanos somos seres sociales.
El celular se convirtió en una especie de mundo paralelo en que la gente puede comunicarse y desplazarse en el tiempo y el espacio. No es que la persona quiera tener contacto con el celular. La mayoría la usa para comunicarse con otros seres humanos. Por eso, son exitosas aplicaciones como Tango, Whatsapp, Line y Facetime.
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